jueves, junio 28, 2007

Hogar dulce hogar

La burocracia chilena es algo que escapa las fronteras geográficas del país, como lo pudimos comprobar en persona, esta es una característica inscrita en el ADN del empleado público chilensis.

La semana pasada fuimos con Se Kyu al consulado chileno en Philadelphia para que él pudiera renovar su residencia permanente en Chile (para que se mantenga válida necesita entrar al país por lo menos una vez a al año y como este año tenemos planeado ir en Enero en vez de Junio como el año pasado, teníamos que hacer este trámite para no tener problemas más adelante).

Antes de ir obviamente llamamos por teléfono, para saber que teníamos que llevar y cuando podíamos ir, pero nunca nadie nos atendió, sólo conseguimos escuchar una grabación con el horario de atención al público, por lo que concluimos (sentido común...nada más) que se podía ir al consulado cualquiera de esos días dentro del horario indicado...gran error de nuestra parte.

Cuando llegamos a la oficina lo primero que nos preguntaron fue si teníamos una cita (????), cuando dijimos que no (y nos preguntamos internamente como diablos se hacia la cita si nunca nade atiende el teléfono) se complicó todo porque "sólo se atienden personas con cita". Aunque se notaba demasiado que estaban muy desocupados (imagínense un departamento medio vacío con dos oficinas y una sala de espera con tres plantas plásticas, y un par de revistas del año uno) y podrían habernos timbrado el papel ahí mismo, como ese no era "el día de atención a público" tuvimos que conformarnos con dejar las fotocopias de los documentos necesarios y volver cuando se nos indicó (al día siguiente pero esta vez con cita, por supuesto) para responder nuevamente las mismas preguntas ñoñas que nos hicieron el día anterior. De verdad se sintió como estar en Chile aunque fuera sólo por un ratito. Hogar dulce hogar.

1 comentario:

Pau dijo...

jajajajaja...de verdad que eso es Chile!!! imaginate que tu lo viviste por un trámite único...piensa lo que es vivir inmerso en ello todos los días...aunque creo que al final uno se acostumbra a esa mediocridad del empleado público chilensis...